DÍA CENTRAL «EL SEÑOR DE HUAMANTANGA DE JAÉN DEL PERÚ»

Share on facebook
Share on twitter
Share on whatsapp
Share on telegram
Share on email
Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on telegram
Telegram
Share on email
Email

El Señor de Huamantanga es una celebración que tiene su realización en el distrito y provincia de Jaén en Cajamarca, durante el mes de Setiembre entre los días 5 al 23. Se trata de un homenaje al cristo morado de esta región y que forma parte de la Feria Patronal de Integración Nacional Señor de Huamantanga.

El Señor de Huamantanga, es un tema apasionante, que por afición y ser jaeno de nacimiento, he venido sistematizando a lo largo de los años, informaciones y sobre todo tradiciones orales que de generación en generación fueron contadas por mis padres, abuelos y ancianos de esta provincia bracamorina.

Abundan mitos y leyendas para explicar la presencia de esta imagen en la ciudad de Jaén. Por ejemplo, que lo encontraron en las orillas del río Chinchipe o que fue esculpido por un ángel; relatos de sucesos imaginarios en diversos momentos de nuestra historia. Todo lo indagado, lo compartí siempre con los estudiantes, docentes y coterráneos, porque forman parte de nuestro pasado y conforman también las raíces de nuestra identidad.

Sin embargo, reconocemos que los pueblos de esta región y del nororiente peruano, veneran al Señor de Huamantanga de Jaén del Perú, cuya feria tiene como día central el 14 de setiembre.

ORÍGENES

Los orígenes y culto de esta milagrosa imagen del Señor Crucificado están todavía envueltos en un velo de misterio que tratamos de develar. Existen prácticas, ritos, estudios de investigación y aproximaciones históricas que junto a los cuentos nos muestran la profunda fe y cosmovisión de nuestra gente, en que la casa de Dios no sólo son sus templos, sino también la tierra donde viven sus hijos, y por eso debemos amarla y cuidarla.

Según el sacerdote jesuita José María Guallart, gran investigador y autor de varios libros sobre la zona nororiental del Perú, esta hermosa escultura de madera tiene influencias de la escuela clásica europea, sorprendiendo la perfección de sus rasgos anatómicos y su impresionante mirada. Imagen distinta a otras que fueron confeccionadas por manos indígenas, hermosas también, como la Virgen de los Dolores de la desaparecida Tomependa, Santa Rosita de la Yunga, o la Mamita de Chirinos, íconos que ya no están, pero fueron fotografiadas por Guallart en los años 50.

¿DE DÓNDE VINO?

El padre Guallart, en una de nuestras tertulias, nos confió que él había revisado todo el archivo colonial del Vicariato que está en la Parroquia de Jaén, y no había encontrado una sola pista. En todo caso, nos decía, la fuente más veraz serían los relatos de nuestros viejos que contaban que lo trajeron del Ecuador; lo cual es posible por nuestra relación administrativa y política de pertenecer antes de la independencia a la Audiencia Real de Quito. Como sabemos, los incendios de 1937 y 1940 destruyeron los archivos de la Municipalidad Provincial de Jaén, donde -pensamos- constaba el proceso de adquisición de la imagen por las autoridades locales.

En 1606, sesenta años después de la fundación española, Jaén tiene ya su iglesia, con su Patrón San Leandro, y aparece en el mapa de la conquista del capitán español Diego Palomino, que trazara en 1549. En el libro de bautizos de nuestra parroquia, hasta inicios del siglo XX se puede leer “bautizado en la iglesia de San Leandro de Jaén”.

Por otro lado, Martín Cuesta S.J. en su obra “Jaén de Bracamoros”, describe en el tomo IV, la visita del Monseñor Martínez de Compañón, Arzobispo de Trujillo, que realizara a fines del siglo XVIII a toda su diócesis, que incluía a estos territorios. Llegando al Jaén Viejo en 1783, aquel que estaba ubicado en el distrito de Santa Rosa, veinte años antes que los vecinos decidieran trasladar la ciudad a su emplazamiento actual en el valle La Quintana. En esta extensa gira, el arzobispo trujillano levanta el inventario de la iglesia matriz de Jaén, y hace constar a la Virgen del Rosario (hoy restaurada en el obispado de Jaén) y un tronco donde estuvo la Virgen de las Mercedes, pero no menciona al Señor de Huamantanga. Lo cual nos indica que todavía no llegaba a Jaén.

VENERACIÓN

Su culto y celebración podrían remontarse a fines del siglo XIX. Nos relataba mi tía Trinidad Moreno Adrianzén, nacida en 1902, que de muy niña recordaba participar en esta fiesta, donde se iluminaba la plaza, encendiendo 4 fogatas inmensas, juntando leña en cada una de las esquinas. Los mayordomos se encargaban de la alimentación de la banda de músicos. Datos corroborados por mi padre Artidoro Moreno Adrianzén, nacido en 1907. Ellos también confirman la procedencia ecuatoriana, que les contó su progenitor Artidoro Moreno Gutiérrez, nacido en 1870, y de su abuelo Anacleto Moreno Martínez, originario de Cuenca, que fuera alcalde de Jaén entre 1879 y 1890.

Otro hecho relevante es el terremoto de 1928 que afectó a Jaén. Se destruyó toda la ciudad, quedando en pie sólo las casas de horcones y quincha de embarre; también sucumbió la iglesia, ubicada en lo que es hoy el local de la Universidad de Cajamarca, Sección Jaén, frente a la plaza de armas. Se encontró a la imagen boca abajo, pese a que había caído de lo alto de su altar, sólo se había quebrado el dedo meñique de su mano derecha, lo que motivó más la fe religiosa. El dedo fue restaurado por un vecino de Chirinos don Juan Martínez y hoy se lo puede observar claramente. La falange del dedo dañado fue guardada y venerada por muchos años por la señora Rosa Alejandría.

También salió incólume de los terribles incendios que asolaron nuestra localidad en 1937 y 1940, La gente subía al techo de paja de la iglesia, provistos de agua, para apagar las chispas que saltaban de casa en casa. Se podía quemar todo el pueblo, menos la morada del Cristo.

En 1948, el diputado por Jaén, don Segundo Sergio Rodríguez, presenta en Lima, en la sede del Club Cajamarca, una monografía de nuestra provincia, donde se puede leer que “…En Jaén, desde hace más de 50 años se celebra la fiesta en honor al Señor de Huamantanga…”

OFRENDAS

Sus fieles lo han colmado de obsequios: Clavos, corona, potencias de plata y de docenas de sudarios, andas de madera por los devotos de Catacaos. Los niños sueñan con crecer rápido para poder llevarlo sobre sus hombros, como lo hacen sus padres, otros le ofrecen hermosas ofrendas florales confeccionadas para su paso procesional.

Uno de los mejores homenajes, fue sin duda, a fines de los 80, la reubicación de la antigua feria pueblerina que se apoderaba y contaminaba el centro de la ciudad, impidiendo el paso triunfal de la procesión, a un campo ferial, gracias a la iniciativa de la Cámara de Comercio que presidía Armando Goicochea, apoyada por los directores de los centros educativos y aceptada por el Concejo Provincial. Asimismo, el bosque de donde nace el agua que da vida y del cual depende el futuro de los distritos de Jaén, Huabal, Las Pirias y Bellavista, se llama “Bosque de Huamantanga”.

TRADICIÓN Y FE

Muchas tradiciones se han perdido, como la bullanguera matraca, un cajón de madera con argollas de fierro, que era agitada durante la procesión para llamar a los vecinos. Igualmente, la colocación de una niña vestida de ángel, sobre la cruz, para que derrame pétalos de flores. Pero, de los ritos más significativos y que se conservan es la Ceremonia del Descendimiento, mediante la cual un grupo seleccionado de “Santos Varones”, se encargaban de bajar la imagen de la cruz de madera y luego de hincarse de rodillas frente a la Virgen Dolorosa lo transportan en brazos hasta su anda, para recibir la adoración de miles de fieles y peregrinos venidos de todas partes del país.

El muy recordado y querido párroco Alfonso Arana Vidal, invitaba a los mozos más fornidos de las familias católicas de Jaén, para integrar la cuadrilla de Santos Varones, quienes lucían una túnica blanca. Se recuerdan a don Lizardo Alberca Abad, Dagoberto Requejo, Rómulo Deza padre e hijo, Floro Obando, Lolo Vílchez, Oswaldo Montenegro y sus hijos, don Belisario Zorrilla, Modesto Luna, Mauro Fernández, los hermanos Manuel y Félix Ríos; Alejandro, Ezequiel y David Linares Montenegro, y muchos más, que con esmero cuidaron del Santo Patrón.

INVESTIGACIONES

Por el año 2010 estuvieron en la ciudad de Jaén dos científicos amigos de Ulises Gamonal. Se trata del Prof. Józef Szykulski, del Instituto de Arqueología de la Universidad de Wroclaw, Polonia; y el arqueólogo, paleólogo y especialista en arte religioso colonial, Dr. Enrique Bautista Quijano de la Universidad Central de Bogotá, quienes fueron atendidos gentilmente por el párroco Humberto Tapia Díaz, en su visita a la Parroquia de Jaén.

Los ilustres visitantes, al observar los santos antiguos de madera provenientes del Jaén colonial, dedujeron por sus características, que eran provenientes de Trujillo del siglo XVIII. Al examinar al Señor de Huamantanga, concluyeron que era una escultura proveniente de la Escuela Quiteña, segunda mitad del Siglo XIX, por la técnica empleada llamada «corazón palpitante o corazón sangrante», que se observa a su costado izquierdo: un pequeño corazón rojo protegido por una luna; que da la impresión de moverse y que sólo fue usada por los escultores quiteños de esa época. Este argumento, le da la razón a nuestros bisabuelos, que siempre sostuvieron que a esta venerada imagen la trajeron del Ecuador al actual Jaén.

La escultura de Quito era muy apreciada a lo largo y ancho del continente; se compraban en grandes cantidades patronos de lo que hoy son Perú, Colombia, Venezuela, Chile y México, así como de Europa. En palabras del gran historiador del arte ecuatoriano José Gabriel Navarro, un hombre del siglo XX, “casi puede decirse que no hay nación en la América, en donde no se hallen cuadros, estatuas y crucifijos quiteños”. El mismo autor hace constar que, entre 1779 y 1788, salieron del puerto de Guayaquil nada menos que 264 cajas de esculturas quiteñas. Compitió en prestigio la famosa Escuela Cuzqueña, sobre todo por sus célebres pinturas de arte religioso colonial, que, pese a los siglos, las podemos apreciar hoy en todas las catedrales del Perú.

ESPECIALISTA ECUATORIANA

La antropóloga ecuatoriana Magdalena Gallegos de Donoso, sostiene que la Escuela de Artes y Oficios de Quito fue organizada por los franciscanos en 1552. Sus esculturas del siglo XVII se distinguieron por la utilización del pan de oro. Se encuentran evidencias del aporte indígena en los retablos, marcos y esculturas ornamentadas con espejos. Asimismo, usaron la “técnica del encarnado” (simulación del color de la piel del cuerpo humano).

Una curiosa manifestación escultórica quiteña es la Pasión de Jesús. Se hacen Cristos de Descendimiento con goznes en los brazos, tal como fue esculpido el Señor de Huamantanga. En el momento de la ceremonia del viernes santo, se retiran los clavos y los brazos caen pesadamente junto al cuerpo y empieza la Ceremonia del Descendimiento. Son estos los autos sacramentales que se repiten hasta nuestros días. Termina la autora diciendo que su pasión por el arte colonial quiteño no sólo es un deleite estético, un interés histórico, una reflexión antropológica, sino también una profesión de fe. Lo cual compartimos plenamente.

OTRAS CIUDADES

Nuestro venerado Señor de Huamantanga tiene sus homólogos en diferentes regiones de nuestro país, vamos a mencionar dos tocayos que tiene nuestro Santo patrón: El Señor de Huamantanga de Canta: Huamantanga, que hoy tiene la categoría de villa, por ley de 25 de octubre de 1901, es la capital del distrito del mismo nombre e integra la provincia de Canta, en el departamento de Lima. Se halla situada en una amplia y elevada meseta de la serranía a una altura de 3392 metros sobre el nivel del mar. Aquí se reúnen miles de fieles para festejar su feria que tiene como día central el 3 de mayo. El Señor de Huamantanga de Monte Castilla: Monte Castilla es un centro poblado de la provincia de Catacaos, Piura, donde humildes campesinos desde hace muchísimos años rinden culto al Señor de Huamantanga. Una imagen parecida a la de Jaén, pero más pequeña, posiblemente provenga también de la Escuela Quiteña.

RECUERDOS

En setiembre de 1990, recibimos un oficio de la Parroquia anunciando que la procesión del Señor de Huamantanga pasaría por la Escuela 17001 y nos invitaban a recibirlo de la mejor manera. Convoqué, como director, a sesión del personal docente y se armó un democrático debate religioso, histórico y antropológico en el sentido si debíamos participar o no. Al final primó el respeto a las tradiciones de nuestro pueblo y se decidió intervenir.

Para el día 13 se prepararon tres cuadras de alfombras florales en el suelo de tierra de la calle Huamantanga. Las hábiles manos de Wálter Alarcón, Julio Tantaleán y Juan Talledo fueron los artistas que dibujaban cruces, cálices, palomas, motivos religiosos y un ejército de maestras y maestros con los niños y niñas rellenaban las figuras con yeso, aserrín, papelillo y cuanto material había. Los vecinos se contagiaron también del entusiasmo y esa noche, con una calle reluciente, limpia y engalanada, cargamos los varones al Señor de Huamantanga hasta Magllanal y las maestras a la Virgen de los Dolores, ante la sorpresa de la multitud, puesto que, por mucho tiempo, a los profesores del 51 nos habían colgado el “sambenito” de rojos, rabanitos, comunistas y ateos. En la esquina colocamos en dos guayaquiles una gran pancarta hecha con sábanas cocidas, que decía “Bienvenido, Señor de Huamantanga, Cristo de los Pobres”.

AÑORANZAS

Mención aparte lo que significó esta Feria para mi generación del 50: La llegada de la banda de músicos era la señal inequívoca de la suspensión de clases en la Escuela 51 y toda la collera marchaba detrás de ellos hasta que se despedían de la ciudad. Encabezaba la comitiva musical el espigado Manolo Marcelo, lanzando docenas de cohetes a su paso. Era el tiempo de saborear los bizcochuelos de Chongoyape, los helados del popular Mulato, algodón de azúcar o manzanas confitadas. Ni hablar de los juegos, tiro al blanco, el Chulo-Chulo o las corridas de toros en que vimos al famoso Rodolfo Rojas “El Nene”, o Paco Céspedes. El contrato de una de las bandas de músicos era donación de mi tía Zoila Moreno y su esposo don Juanito Guerrero, como devoción que le tenían a nuestra sagrada imagen.

Han aparecido otras tradiciones en los tiempos modernos, por ejemplo, un “Señor de Huamantanguita”, que nunca antes existió; una fiesta de medio año, propia de la costa norteña; mitos y leyendas traídos por los migrantes que transpolarizan los relatos, historias y canciones de sus tierras de origen. Las tradiciones antiguas nuestras deben ser veneradas y preservadas por ser parte de nuestra identidad.

En estos tiempos de globalización, en que la crisis sanitaria y económica arrasa con el planeta, debemos revalorar lo nuestro, lo local; y nuestro es el Señor de Huamantanga. En un pueblo mayoritariamente de migrantes, Él es el migrante ecuatoriano más ilustre que nos acompaña desde hace 150 años y vino a quedarse para siempre.

IDENTIDAD

Cuando hablamos de IDENTIDAD local, algunos dicen que no la tenemos, más bien diría que “no la vemos”. Están los rasgos culturales propios, la cultura milenaria de más de 4,000 años; nuestro propio sello: La religiosidad con sus tradiciones y costumbres, recursos naturales, riqueza inmaterial (música, danza, mitos y leyendas); nuestro es el 4 de junio de 1821 que decidió la peruanidad de Jaén. El nacer o vivir en esta tierra que nos hace decir con orgullo ¡Soy de Jaén!

No somos un pueblo manso, somos un pueblo bravo, sino recordemos la Revolución de Fosforito de los años 60, las movilizaciones por el hospital de los 80 y el paro contra Electro Norte de los 90. Somos un pueblo bravo, trabajador, solidario y muy religioso.

El Señor de Huamantanga constituye un poderoso elemento de cohesión religiosa popular, es la más genuina tradición histórica ligada a la espiritualidad, es la expresión del sincretismo cultural de nuestros pueblos que adoran hasta ahora a la naturaleza, al agua, a la tierra, a sus cerros protectores, bajo la advocación de un santo.  Que su brazo nos guíe para que todos sigamos trabajando por un Jaén mejor, más humano, más limpio, más bonito, más solidario, seamos o no creyentes y consigamos ser lo que siempre nos decía Monseñor Santiago: “Jaén capital de la unidad”.

El Señor de Huamantanga y la Virgen del Rosario constituyen lo más valioso de nuestro patrimonio histórico-religioso y son testigos de todo lo acontecido en esta tierra de los Bracamoros durante siglos. Oremos para que nos sigan bendiciendo y que estas tierras sigan conservando sus riquezas naturales y produciendo para el bienestar de sus hijos y los hijos de nuestros nietos.

COMENTARIOS

NOTICIAS RELACIONADAS